viernes, 2 de abril de 2010

Reseña: “Cámbiale el nombre y parecerá nuevo”. Empar Moliner.

Empar Molier (1966, Santa Eulàlia de Ronçana, Cataluña), es una escritora y periodista ganadora de prestigiosos premios literarios, autora del artículo publicado en el periódico El país de España “Cámbiale el nombre y parecerá nuevo”( 18/06/2007). En el, se busca argumentar porque Joan Saura no debería sustituir el concepto de violencia domestica por el de violencia machista, sino simplemente usar el término violencia. Afirma que utilizar el término violencia domestica es ridículo e inexacto, y así mismo lo es llamarlo violencia contra las mujeres. Además muestra que la violencia machista la cometen hombres y mujeres contra hombres y mujeres.

Saura explica que uno de los objetivos de su departamento es sustituir el concepto de violencia domestica por el de violencia machista, con el fin de incluir otro tipo de malos tratos como violaciones, mutilaciones genitales o matrimonios forzados que muchas mujeres sufren en diversos ámbitos. Sobre esto Molier dice: “Pero está muy bien que Saura quiera dejar de usar el término violencia doméstica, porque es ridículo e inexacto”1 . Él lo califica de esta manera, debido a que la violencia que se da entre dos personas que tienen una relación sentimental, pero que se da en la calle, en una discoteca o en un avión no puede ser llamada domestica. Para que fuera así, debería ocurrir dentro de casa. A su vez dice: “Llamarlo violencia contra las mujeres aún es peor porque estos delitos no sólo se dan contra nosotras”, idea que se sustenta en el hecho de que también hay homosexuales que sufren malos tratos y abusos por parte de sus parejas. Sobre lo anterior, apoyo los argumentos que utiliza Molier para sustentar las razones por las cuales dichos términos no deben ser manejados para referirse sobre el tema, puesto que estos no se refieren ni significan lo que en realidad sucede, que es violencia en general.

Pero tampoco puede ser llamado violencia machista, sería también ridículo e injusto, “Las mutilaciones genitales las sufren las mujeres. Pero ¿acaso no son las mujeres quienes las practican?”. Así mismo sucede con los matrimonios forzosos, los cuales atentan contra la libertad de las mujeres, pero son las mismas madres y abuelas quienes se encargan de negociar a las víctimas. Estos delitos atroces (las mutilaciones genitales y las bodas forzadas), no solo los cometen los hombres de la familia, las mujeres también son responsables de estos y no se les puede quitar la responsabilidad a estas. Con las violaciones sucede lo mismo, hay hombres, mujeres y niños violados. No siempre son los hombres los que violan, aunque sea la mayoría de los casos. Por lo tanto, “la violencia machista la cometen hombres y mujeres contra hombres y mujeres. Y entonces, si la cometemos todos, ¿no sería mejor llamarla violencia y ya está? ¿No sería mejor considerar cada delito como un delito individual?”. Mediante estas preguntas, Molier invita al lector a reflexionar por que el término no puede utilizarse tan limitado, culpando a los hombres y excluyendo a las mujeres de todo tipo de responsabilidad.

En general, la sociedad suele usar diferentes palabras para referirse a un mismo tema, en este caso, la violencia. Pero no tienen en cuenta que todas estas “sub categorías” son equivocas en definición. Por esta razón, lo más correcto sería como afirma Molier, llamar al fenómeno simplemente violencia.
1. Empar Molier
URL: http://www.elpais.com/articulo/cataluna/Cambiale/nombre/parecera/nuevo/elpporopi/20070618elpcat_10/Tes

Reseña: “Violencia de género”. Isabel Gutiérrez.


Isabel Gutiérrez, presidenta del Consejo de la Mujer de la Comunidad de Madrid, es una española líder en el movimiento socialista, autora del artículo “Violencia de género”, publicado en la revista virtual Iniciativa Socialista número 48. En él, se busca concientizar al lector acerca de la situación tan precaria que sufre en la actualidad España respecto al tema de la violencia de género. Se afirma que la violencia contra las mujeres y todo lo que ello supone, está generando un obstáculo para el desarrollo de una sociedad democrática. Así mismo, argumenta que el silencio de la sociedad ante esta problemática, crea que estos sean cómplices de todas las muertes de mujeres a causa del tema.

La violencia contra las mujeres está asociada a la falta de equilibrio en las relaciones de poder entre los sexos que se desarrollan en los ámbitos social, económico, religioso y político. Lo cual constituye un atentado contra el derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad, a la dignidad y a la integridad física y psíquica de la víctima, lo cual genera un obstáculo para el desarrollo de una sociedad democrática. Gutiérrez dice: “En 1997, en nuestro país, solamente por agresiones físicas se han practicado 18.872 denuncias, lo que significa apenas un 5% de la violencia real, toda vez que la mayoría de los abusos no se denuncian a la policía, principalmente porque no existen instrumentos jurídicos, sociales y económicos adecuados que protejan a las víctimas, lo que hace que la violencia contra las mujeres siga siendo en gran parte un delito invisible”, lo cual refleja la necesidad del estado español de crear mecanismos de protección para las mujeres agredidas, los cuales podrían consistir en: transmitir a la Judicatura el mensaje correspondiente sobre las consecuencias de la violencia de género para que se tramite, siempre que se demande, las medidas previas; llevar a cabo las reformas pertinentes en el Código penal, con el fin de que las penas guarden relación con la entidad y la gravedad de los delitos de agresión a las mujeres; Que se prioricen programas específicos de atención jurídica y psicológica para las mujeres, niños y niñas víctimas de la violencia. Lo anterior, no es ajeno a la situación que se vive en nuestro país, puesto que en Colombia también es necesario implementar medidas de protección para minimizar los altos índices de violencia que se presentan hacia las mujeres.

La indiferencia de la sociedad ante la violencia es un factor que no deja de sorprender, cuando las agresiones familiares no son un fenómeno producto de la sociedad actual, sino una problemática que ha estado presente desde un largo tiempo en muchas familias; muchas personas conocen casos de malos tratos en el entorno familiar o vecinal, pero se silencian con el pretexto de que la violencia domestica es un asunto privado. Gutiérrez dice: “Con esta actitud, nuestra sociedad está siendo cómplice de esas muertes, que no podemos por menos que calificar de auténtico terrorismo doméstico. Tampoco debemos olvidar que la mortalidad de mujeres por esta causa, supone diez veces más que el número de víctimas que se cobra el terrorismo político y la sociedad no ha reaccionado”. Lo anterior, nos deja ver que la sociedad actual necesita dejar a un lado esa creencia de que la violencia domestica es un asunto del cual no deben hacerse participes. Si nuestra sociedad lograra dejar atrás esa vieja creencia, se podrían evitar muchas muertes de mujeres, pues si nos unimos todos en contra de este fenómeno que nos afecta a la sociedad en general, podemos crear conciencia y aportar a que se minimice la violencia de género.
A manera de síntesis, debemos decir ¡basta ya! a tanta violencia, a la inutilidad de los gobiernos que no aplican una política adecuada que prevenga y persiga esta violencia, al silencio y al miedo de la sociedad en general a denunciar los casos de terrorismo domestico.



URL: http://www.inisoc.org/isabel.htm

Reseña: “la violencia contra las mujeres, violación de los derechos humanos fundamentales”. Mabel Gabarra.

Mabel Gabarra trabajadora de INDESO MUJER (Instituto de Estudios Jurídico Sociales de la Mujer), es una argentina líder en el movimiento feminista, autora de diversos escritos que buscan fomentar la igualdad de género, entre ellos “la violencia contra las mujeres, violación de los derechos humanos fundamentales”, en el cual Gabarra muestra que la diferencia entre hombres y mujeres, incluyendo la violencia que se deriva de la misma, es una evidente violación de los derechos inherentes al ser humano. Afirma que la violencia de género es una violencia específica, ejercida contra mujeres y niñas que está basada en las diferencias socioculturales históricamente construidas. Gabarra muestra que esta relación jerarquizada entre varones y mujeres es motivo de la desigual distribución del poder que conlleva a este tipo de violencia, que solo llegó a ser reconocida como una violación de los derechos humanos hasta el al año 1993 en la conferencia de la ONU realizada en Viena.
El concepto “sexo” define a las diferencias biologías entre hombres y mujeres, mientras que el género alude a las diferencias que se construyen socialmente. Este fenómeno encuentra sus raíces en la desigualdad entre los sexos, es decir, en cómo se construyen los modelos de masculinidad y feminidad y las relaciones sociales entre hombres y mujeres, que implican la subordinación de estas últimas.
Las relaciones de dominación se ocultan en un discurso de naturalización. Así la violencia contra las mujeres no se percibe ni se define como tal porque se considera algo natural, en la medida en que están cosificadas. Los análisis sociales que se realizaban anteriormente tenían encuentra diversas variantes de exclusión basadas en la etnia, la raza y la clase social, pero siempre excluían el género, puesto que se consideraba como una relación que se circunscribía al ámbito privado. Estos análisis no daban cuenta de la importancia de la relación varón/mujer en la estructuración de las sociedades, pues una vez que esta se incluya junto a las demás variantes antes mencionadas se da un reordenamiento de las categorías sociales, por ejemplo no es la misma situación la de una mujer negra a la de un hombre negro.

El hombre que viola, golpea, insulta asedia o agrede de cualquier otra manera a una mujer, lo hace porque no la considera un ser con quien pueda relacionarse de igual a igual. Esto se debe en gran medida a la asociación de las mujeres con la naturaleza (en oposición a la cultura) lo cual ha implicado, entre otras cosas, la negación de su capacidad racional de su voluntad. Las mujeres han sido definidas a partir del cuerpo y la apariencia; por ello se les han asignado atributos tales como la docilidad, la obediencia, la sumisión la seducción. Etc., pero nunca el raciocinio. Este último aspecto apunta directamente al tema de la violencia y a la violación de los derechos humanos. Cuando se da el proceso de cosificación, hay también una negación de la voluntad de las mujeres y consecuentemente una naturalización de la violencia. Si esta se define fundamentalmente como una transgresión a la voluntad (sea por imponer o para impedir una conducta) y las mujeres son construidas como seres sin voluntad, la violencia es imposible por definición. ¿Cómo puede transgredirse una voluntad inexistente?

A manera de síntesis, efectivamente la violencia de género encuentra sus raíces en la desigualdad entre los sexos, sin está en nuestra sociedad sería posible una convivencia sana entre hombres y mujeres, y ambos estarían en la misma posición patriarcal. Pero este proceso de dar visibilidad y denunciar públicamente este fenómeno es arduo y está lleno de obstáculos y dificultades. Y aunque se proteja por las Naciones unidas y se incluya en las legislaciones de los países, esta problemática seguirá siendo una realidad cotidiana.